CUENTOS DIVERTIDOS DE EDUCACIÓN FÍSICA

SEMANA DEL 8 AL 12 DE JUNIO

SOBRE RUEDAS

A Luis siempre le habían gustado mucho los deportes. En el colegio, su clase preferida era la de educación física y, cada inicio de curso, usaba sus rotuladores favoritos para marcar en su horario los días de la semana en los que tocaba llevar chándal. De hecho, si no fuera por sus padres, Luis hubiera salido todos los días a la calle vestido así.

Cuando cumplió ocho años, sus abuelos le regalaron su primera bici. Roja y brillante. Le gustó tanto que tuvo que estrenarla la misma tarde que se la regalaron.

Salió a un parque cercano a su casa con su abuelo y el hombre enseguida se dio cuenta de lo bueno que era su nieto con los pedales. Llegó a casa emocionado y estuvo hasta la hora de la cena diciendo a los padres de Luis que tenían que buscar algún equipo en el que el niño pudiera empezar a entrenar.
- Es demasiado pequeño, es mejor esperar un par de años- dijo el padre de Luis.

Sin embargo, vio a su hijo tan entusiasmado con la idea que a la semana siguiente ya estaban en la tienda comprando toda la equipación ciclista para Luis.

El niño empezó a entrenar dos días a la semana. Se llevaba genial con sus compañeros de equipo y muchos empezaron a llamarle "el superhéroe de las dos ruedas". Su evolución fue tan rápida que sus padres ya lo veían convertido en un gran deportista en el futuro.

Pero no todos estaban tan contentos con el progreso de Luis. Uno de sus compañeros de equipo, Carlos, empezó a sentir envidia por el recién llegado. Antes de que llegara Luis, él era el mejor del grupo. Se puso de tan mal humor cuando todos empezaron a hablar de "Luis, el superhéroe de las dos ruedas" que empezó a meterse en problemas.

Durante la carrera de Navidad y en una de las curvas más cerradas del recorrido, Carlos empujó a Luis para adelantarle y le tiró de la bicicleta. Por suerte, Luis llevaba casco, pero el golpe fue tan aparatoso que se rompió una pierna y se hizo una herida en el brazo. Nadie vio lo que Carlos había hecho y Luis no se atrevió a contar la verdad, así que Carlos se subió al podio como ganador de la carrera.

Ese día Carlos durmió muy feliz con su medalla reluciente colgada del cabecero de la cama. Ahora era él quien se sentía como un superhéroe. Luis en cambio estaba triste aunque no tanto por su pierna rota, como por la actitud de su compañero, que no lograba entender.

A la mañana siguiente, todos felicitaron a Carlos. Volvía a ser el ganador y todos los reconocimientos volvían a ser para él.

Pero en el recreo, una compañera de su clase fue a hablar con él. Le contó que había visto lo que había hecho y que estaba muy decepcionada.
- Mi madre siempre me dice que lo importante es jugar limpio, que si no juegas con deportividad las medallas y los trofeos no valen nada -le dijo.

Carlos no le hizo ni caso y le dijo que era una pesada. Pero al llegar a casa esa tarde se encontró a su padre muy triste. Le habían echado del trabajo porque un compañero había contado una mentira muy grave sobre él.
- Me entristece mucho la falta de honestidad de la gente en la vida. -le dijo entre lágrimas.

A la mañana siguiente Carlos, fue al entrenador a devolverle la medalla y a confesar que había empujado a su compañero para ganar la carrera y que se sentía muy arrepentido.

Desde ese día, Carlos aprendió que lo mejor para el equipo era ayudar a sus compañeros y que siempre era mejor quedar el último, que ganar la carrera haciendo trampas.




SEMANA DEL 2 AL 5 DE JUNIO

“GIIIMMMNASIA, GIIIMMMNASIA”
     Esta historia ocurrió hace muchísimo tiempo, en un colegio muy raro, de un pueblecito muy extraño, en un país insólito, que tenía unos niños que eran los más sorprendentes del mundo. Su rareza, extrañeza, extravagancia y sorpresa estaba en que a ellos… no les gustaba la gimnasia. En ningún otro sitio del planeta pasaba esto, salvo allí.
     El maestro de gimnasia, se pasaba todo el tiempo intentando averiguar por qué cuando llegaba la hora de su clase, los niños no querían salir a las pistas de deporte y ponían mil y una excusas para no participar: “que si me duele la muela, que me mareo, que se me han olvidado las zapatillas de deporte y vengo con zapatos de charol…” El maestro inventaba nuevos juegos, buscaba el material más divertido, pero nada de eso les hacía cambiar de actitud. Su esposa -que era la maestra de música del colegio- tampoco pudo ayudar a su marido a encontrar la solución. ¡Y eso que la clase de música era la más deseada y divertida de todas, donde aprendían a tocar un instrumento y preparaban las canciones de todas las festividades del colegio!.
     Tan sólo había un niño en todo el colegio -llamado Manolito- que sí disfrutaba con la gimnasia. Curiosamente era el hijo del maestro de gimnasia y la maestra de música. Pero tampoco sabía explicarle a sus padres por qué a él sí le gustaba la gimnasia y al resto no.
     Así pasaron los años y los años. Manolito creció y también se hizo maestro de gimnasia. Pero al igual que a su padre, cuando fue a clase, los niños seguían sin que les gustase. Sus clases de gimnasia estaban tan bien preparadas y eran tan divertidas, que en cualquier otro colegio de otro país -no tan raro- harían que los niños se volvieran locos jugando y volvieran empapados al aula. Hasta que un día, el maestro entró en clase cantando las canciones que su madre le había enseñado en el colegio. En ese momento, los críos se pusieron a cantar y bailar con él, y sin darse cuenta fueron saliendo uno detrás de otro, bailando, hasta las pistas deportivas; en las que, al ritmo de la música, jugaron hasta que sus cuerpos no pudieron más.
     Desde entonces, cuando el maestro entra en clase, todos se ponen a cantar, a mover sus caderas y vitorear ¡GIIIMMMNASIA!, ¡GIIIMMMNASIA! Y a pesar de que hace muchísimo tiempo, un señor muy serio, enchaquetado, con un traje gris, sentado dentro de un despacho con una ventanita muy pequeña y con muchos papeles sobre su mesa, decidiera cambiarle el nombre para llamarla “Educación Física”; tú -al igual que todos los niños- sin saber por qué, cantáis, movéis las caderas y vitoreáis ¡GIIIMMMNASIA!, ¡GIIIMMMNASIA!
Autor: José Miguel de la Rosa Sánchez – Comprensión lectora: Silvia Asuero. Dibujo: Clker.com



SEMANA DEL 25 AL 29 DE MAYO

JACOBO Y EL FÚTBOL

Jacobo no entendía por qué tenía que pasar las tardes al sol con el abuelo sentados en una grada viendo a Enrique jugar con un balón. No había muchos niños de su edad y el abuelo solo miraba y no hablaba.

Deseaba poder ir al parque, corretear entre los columpios y no estar viendo aburrido como su hermano disfrutaba con sus amigos, jugaba a extraños juegos de mayores y cumplía un montón de normas.

Esa mañana parecía ser diferente a otras, vio a Enrique caminar de un lado para otro nervioso por su habitación. Le preguntó qué le pasaba y le contestó que hoy era su primer partido y tenía que jugar muy bien. Jacobo no entendía nada ¿primer partido? ¿y todas esas tardes en el campo?

Cuando llegó la tarde y se vio nuevamente sentado con el abuelo decidió consultarle sus dudas:
- Abuelo, ¿esto del fútbol es bueno? ¿Es tan divertido como dice Enrique? A mí también me gustaría jugar con la pelota pero en el jardín, porque aquí me aburro.
- No es lo mismo jugar solo que en el jardín – Se rió el abuelo divertido – Mira, fíjate bien y yo te iré explicando lo que pasa.

Empezó el partido, los minutos fueron pasando y cuando el árbitro pitó al final del partido Jacobo era incapaz de despegar los ojos de su hermano. En ese fantástico partido había visto a Enrique marcar un gol arrastrando un balón que parecía movido por el viento, entregó la pelota al contrario por levantar a un compañero del suelo, no hizo caso a un niño que le insultó al oído y después de todo eso el abuelo le dijo que habían perdido.

Jacobo seguía sin entender nada porque veía a su hermano abrazarse feliz a sus compañeros, darse la mano todos juntos.

Cuando Enrique fue hacia la grada donde estaban su hermano y su abuelo y los abrazó a los dos feliz diciéndoles:
- No hay nada como jugar en equipo y hemos jugado muy bien. ¡Como me gusta jugar al fútbol!

Jacobo entendió entonces que cuando algo hace a uno sentirse tan bien, tiene que ser bueno sin duda.










SEMANA DEL 18 AL 22 DE MAYO.

En esta ocasión os dejo con un divertido cuento que se llama...

EN BUSCA DEL JUEGO MÁS DIVERTIDO DEL MUNDO. 

Había una vez un grupo de amigos que con frecuencia discutían para decidir a qué juego jugaban. Unos decían que debían jugar al fútbol, que era el juego más divertido del mundo. Otros decían que el juego más divertido era el balón prisionero. Otros decían que sin duda lo más divertido era jugar al ajedrez. Para otros, sin embargo lo más divertido era jugar al parchís. Y así sucedía con muchos juegos más. De modo que se pasaban el día, discutiendo sobre cuál era el juego más divertido, sin llegar a jugar nunca a nada.



Un día, a uno de los amigos se le ocurrió una idea.
- ¡Ya sé! ¿Por qué no viajamos por el mundo buscando cuál es el juego más divertido? Preguntaremos a toda la gente que veamos, los probaremos todos y acabaremos encontrando el juego más divertido del mundo.

A todos les pareció bien, y cada uno inició su propio viaje por separado.

Durante meses, los amigos recorrieron el mundo, cada uno por su lado, buscando el juego más divertido de todos. Jugaron a juegos de equipo, juegos de carreras, juegos de mesa, juegos de estrategia, juegos populares, y a muchos otros más.

Todos lo pasaron muy bien, y se divirtieron mucho con los juegos, pero algo les faltaba. Todos los juegos eran divertidos, pero no lo suficiente.

Cuando volvieron a juntarse, cada uno llevaba un montón de cuadernos en los que habían ido tomando notas de sus descubrimientos. Era la hora de ponerlas en común.

Los amigos decidieron empezar a jugar a todos los juegos que habían encontrado, uno a uno. Hicieron un sorteo para saber por cuál empezar.

Poco a poco fueron descubriendo que todos los juegos eran mucho más divertidos de lo que los recordaban en sus viajes. Jugaron a todos y les llevó varios meses terminar. Pero se lo habían pasado tan bien que eran capaces de ponerse de acuerdo en cuál era el juego más divertido.

Entonces apareció la señora Prudencia, una anciana que tenía un puesto de golosinas cerca del lugar donde jugaba este grupo de amigos, y que llevaba observándolos desde que comenzó su aventura.

- Veo que ya habéis descubierto cuál es el mejor juego del mundo, ¿eh? -dijo la señora Prudencia.
- No, no lo hemos hecho señora Prudencia -dijo uno de los muchachos-. Hemos descubierto muchos juegos divertidos, pero no sabemos cuál es el mejor.
- Sí, sí lo sabéis, aunque no os habéis dado cuenta -dijo la mujer.
- ¿No nos hemos dado cuenta de qué? -preguntaron todos a la vez.
- De que no hay un mejor juego del mundo, chicos. Todos los juegos son divertidos si se juegan con buenos amigos.





SEMANA DEL 11 AL 15 DE MAYO:

Este cuento está sacado de la web: https://www.mundoprimaria.com/







La historia de los Juegos Olímpicos


Deportistas de élite, medallas y récords mundiales. Sí, estamos hablando de los Juegos Olímpicos. Seguro que los has visto alguna vez, es la competición deportiva más importante del mundo y en ella se encuentran los mejores atletas de cada país.
Sigue leyendo y descubre un poco más sobre los Juegos Olímpicos y su origen.

historia-juegos-olimpicosSu historia: Juegos Olímpicos en la Antigua Grecia

Las primeras olimpiadas se celebraron en el año 776 a.C. Lo sabemos porque es la primera vez que se escribieron los nombres de los ganadores de una carrera pero, quizá se celebraron otros antes y no los notaron ¿quién sabe?
Los Juegos  Olímpicos, u olimpiadas, se llaman así porque, originalmente, se celebraban en la ciudad de Olimpia, Grecia. Cada cuatro años se reunían en esta ciudad los mejores atletas de cada ciudad-estado y reino de la antigua Grecia, y competían en honor a Zeus, uno de los dioses griegos. Los Juegos Olímpicos eran un acontecimiento tan importante que las guerras y conflictos entre las ciudades-estado y reinos se paraban durante esos días, y se reflejaban en diversas obras de arte, como el Discóbolo de Mirón.
El primer campeón olímpico fue Corebo, un panadero de la ciudad de Elis, y no le entregaron una medalla, sino una corona de olivo.

La leyenda de los Juegos Olímpicos: el principio del principio

El historiador griego Pausanias contó que Heracles Ideo y sus cuatro hermanos corrieron a Olimpia para entretener Zeus cuando acababa de nacer. Como Heracles fue el primero en llegar ganó, y le colocaron una corona de olivo en la cabeza. Así fue como empezó la celebración de los Juegos Olímpicos en honor a Zeus, según la leyenda.
Otra teoría, la del escritor griego Píndaro, dice que fue uno de los hijos de Zeus, que construyó el primer estadio olímpico en honor a su padre.
¿Cuál será la verdadera?

historia de los juegos olimpicos templo de zeus en olimpia

Los Juegos Olímpicos en los siglos XIX, XX y XXI.

Los antiguos griegos celebraron sus olimpiadas durante más de mil años antes de que se prohibieran.
Muchísimos años después, en 1859, un rico empresario griego decidió retomar los Juegos Olímpicos y volvieron a celebrarse. Esta vez las competiciones se realizaron en una plaza de Atenas y sólo compitieron atletas locales. Este señor, además, empezó a reconstruir el estadio Panathianaiko, para que pudieran celebrar los Juegos Olímpicos allí en un futuro.
En 1896, en Atenas, se celebraron los primeros Juegos Olímpicos con atletas de 14 países diferentes. En aquella época sólo había 9 deportes olímpicos.
La siguiente edición de los Juegos Olímpicos se celebró 4 años después, en el 1900 en París y, por primera vez, pudieron participar mujeres.
Desde entonces, y hasta 2012 en Londres ¡se han celebrado ya 30 olimpiadas! Aunque 3 de ellas tuvieron que cancelarse por las Guerras en Europa.

estadio PanathianaikoJuegos Olímpicos de invierno

Pero ¿qué pasa con los deportes de invierno? Los Juegos Olímpicos siempre se celebran en verano y para poder practicar deportes como el esquí de fondo, patinaje artístico, hockey sobre hielo, etc, se necesita que haga frío. Por eso, en 1924 empezaron a celebrarse los Juegos Olímpicos de Invierno.
De esta forma se celebran olimpiadas de verano, dos años después olimpiadas de invierno, dos años después olimpiadas de verano… y entre cada tipo de olimpiada pasan 4 años. Por ejemplo:
Año 2008: Olimpiadas de verano en China
Año 2010: Olimpiadas de invierno en Canadá
Año 2012: Olimpiadas de verano en Londres
Año 2014: Olimpiadas de invierno en Rusia
Año 2016: Olimpiadas de verano en Brasil

Los Juegos Olímpicos actuales

Como sabes, los atletas ya no compiten por coronas de olivo, sino por medallas de oro (para el primero), de plata (para el segundo) y de bronce (para el tercero). Y seguro que ya has visto el símbolo de los Juegos Olímpicos: los anillos de colores entrelazados en un fondo blanco.
Los Juegos Olímpicos se inauguran en una ceremonia en la que todos los atletas de los países participantes desfilan con sus banderas, pero el momento más importante sucede cuando llevan la antorcha olímpica al pebetero y prenden la llama, que seguirá encendida durante todos los juegos. Cuando las olimpiadas acaban, una nueva antorcha recoge fuego del pebetero, y ésta se lleva, de mano en mano, hasta la siguiente sede de los Juegos Olímpicos. De esta forma ¡el fuego olímpico nunca se apaga!
Ahora los deportes olímpicos son 35, y en ellos participan hombres y mujeres. Es el Comité Olímpico Internacional (COI) quien decide qué deportes pueden competir en las olimpiadas. Puedes consultar la lista de deportes aquí¿Tú practicas alguno?
Deportes olímpicos





SEMANA DEL 5 AL 8 DE MAYO

NICO QUIERE SER ATLETA

A Nico le gustaba mucho correr y, cuando se enteró de que en el cole iban a poner en marcha un equipo de atletismo, fue el primero en apuntarse. Nico empezó a entrenar y poco a poco empezó a saltar vallas cada vez más altas y a correr más y más rápido.

Ese verano se celebraban los Juegos Olímpicos como cada cuatro años. Un día, viendo en la tele la prueba de salto con pértiga con su madre le hizo una pregunta:

-Mamá, ¿quién inventó los Juegos Olímpicos?

Su madre, que siempre había sido una gran amante de la historia, dijo que después de la merienda le contaría la historia. Pero Nico estaba tan cansado que, antes de que llegase el momento del bocata, ya estaba dormido. Fue un sueño tan profundo que, cuando se despertó, ya no estaba en su casa, sino en otro sitio mucho más lejano.

Nico se despertó en la ciudad de Olimpia, en Grecia. Una señora que paseaba por la calle le dijo que estaban en el año 776 a.C. Había mucho revuelo, así que Nico siguió haciendo preguntas para saber dónde estaba exactamente.

Se enteró de que las fiestas que se estaban preparando eran en honor a un dios al que los griegos llamaban Zeus.  Estas celebraciones tenían lugar cada cuatro años en la ciudad de Olimpia y las llamaban Juegos Olímpicos. Le dijeron también que al período de tiempo que transcurría entre unos juegos y otros le llamaban Olimpiada.

Nico pronto entendió que esa celebración representaba en realidad el origen de esos juegos que tanto le gustaba ver en la tele de su casa. En los juegos de Olimpia participaban atletas de toda Grecia. Nico los vio desfilar por delante de sus ojos mientras se dirigían al estadio. Lo malo y lo que le puso algo triste es que sólo podían competir hombres. A las mujeres no las dejaban ni siquiera ir como espectadoras. Pero, por suerte, eso terminó cambiando y todos, hombres y mujeres, pudieron competir en los Juegos Olímpicos.

Mientras durasen los juegos, nadie podía llevar armas, porque era un tiempo de paz. En la fiesta de inauguración, Nico pudo ver un desfile y asistir a un banquete. Además de las carreras, también pudo ver la prueba de lanzamiento de disco y de jabalina. Le gustaron mucho las carreras de caballos y los saltos de longitud. Pero lo que más le gustó fue la forma de premiar a los ganadores. Les trataban como a auténticos héroes.

Esos Juegos Olímpicos que Nico pudo ver se celebraron hasta que los romanos conquistaron Grecia. Un emperador llamado Teodosio I decidió prohibirlos en el año 393 d.C. Hasta finales del siglo XIX no se volvieron a celebrar. Hoy en día siguen teniendo lugar cada cuatro años en una ciudad del mundo diferente. Una cita a la que Nico nunca falta, esperando algún día convertirse en un gran atleta.






SEMANA DEL 27 AL 30 DE ABRIL.

OS DEJO CON UN PEQUEÑO CUENTO BASADO EN UNA HISTORIA REAL. ESPERO QUE OS GUSTE.


Tiago era profesor de educación física. A sus alumnos nos les pasaba desapercibido el tamaño de sus brazos, que eran enormes.

Un día, durante una clase con los mayores, un niño le preguntó:

-Tiago, ¿por qué tienes los brazos tan grandes?

-Es porque hago pesas, Valentín -respondió el profesor.

-Mi padre dice que tienes los brazos tan grandes porque eres culturista -dijo Anita.

-¿Qué es ser culturista? -preguntó Antonio.

-Significa que haces muchas pesas para ponerte muy cachas -dijo Pedro.

-Pues mi madre dice que estar tan cachas no es natural -dijo Ricardo.

-Pues mi papá también tiene los brazos muy grandes, y no es culturista ni nada de eso -dijo Lucía.

-Vale, chicos, ya vale -interrumpió Tiago, a sabiendas que tendría que improvisar algo para darle salida a aquel curioso debate-. ¿Queréis que os cuente una historia de un tipo muy cachas?

-¡Sí! -respondieron los niños. Las historias que contaba Tiago eran siempre geniales.

-A ver, ¿alguien sabe quién fue Santiago Ramón y Cajal? -preguntó el profesor.

-Pero, ¿no ibas a contarnos una historia de un tipo muy cachas? -preguntó Valentín-. Ramón y Cajal era médico.

-Y en su juventud fue culturista -dijo Tiago-. ¿A que eso no lo sabíais?

-¿En serio? Pero ¡si hasta ganó un Premio Nobel! -dijo Anita.

-Y eso, ¿qué tiene que ver con hacer hacer pesas o cualquier otro deporte? -preguntó Tiago-. Santiago Ramón y Cajal fue un hombre muy notable en su época, pero de joven hizo mucho ejercicio. Cuentan que, de joven, estaba absolutamente obsesiones por el culturismo, al parecer, debido a una apuesta.

-¡Pues sí que le dio fuerte al muchacho! -exclamó Ricardo.

-¡Y tanto! -dijo el profesor-. Cuentan que todo comenzó cuando perdió un pulso con un amigo. Le hirió tanto el orgullo perder que decidió ir a un gimnasio a entrenar. Y, ¿a que no sabéis cómo pagó las clases?

-¿Cómo? -preguntaron los alumnos.

-Santiago Ramón y Cajal llegó a un acuerdo con el dueño del gimnasio y, a cambio de recibir entrenamiento, él enseñaría daría al dueño clases de anatomía. Y, como Santiago sabía mucho de cómo funciona el cuerpo, se puso súper cachas. No solo tenía los brazos grandes. También tenía una espalda enorme y unos pectorales tremendos. Era un auténtico forzudo, como los que se exhibían en las ferias de aquel entonces. Porque ahora es algo habitual, pero en aquella época lo estar cachas era una cosa bastante rara.

-Pues a mí me mola lo de ponerme cachas -dijo Valentín.

-Ya tendrás tiempo, jovencito -dijo Tiago-. De momento, vamos a seguir con la clase, que la resistencia es muy importante, y hoy toca correr.

Y en eso quedó la cosa.





EN ESTA SECCIÓN IRÉ PONIENDO DIVERTIDOS CUENTOS RELACIONADOS CON LA EDUCACIÓN FÍSICA, LOS DEPORTES,...PARA QUE PUEDAS PASAR UN BUEN RATO CON LA LECTURA. ¡EMPEZAMOS CON ESTE DIVERTIDO CUENTO DE PATITO!

Hoy, 23 de abril, es El Día Internacional del Libro y  con el objetivo de fomentar la lectura desde el área de Educación Física, os invito a que leáis este divertido cuento de Patito. 


LAS OLIMPIADAS DE PATITO: 


Patito era un pato como otro cualquiera, salvo por el hecho de que le apasionaba el deporte. La idea de que los patos son torpes había alejado de ese mundo a toda su familia, pero él estaba convencido de que con esfuerzo e ilusión nada de eso sería cierto. En concreto, lo que más le gustaba del mundo era nadar. Y no es que se dedicara a chapotear en las charcas, como hacían los demás patos, sino que Patito gustaba de nadar a mariposa, de espaldas, y varios estilos más. ¡No se le resistía nada!
Patito descubrió una mañana que en su escuela iba a organizarse una competición deportiva para celebrar el fin de curso. Estaba muy emocionado porque, entre las pruebas que iba a haber, también se encontraba la natación y en pleno lago. Muy contento acudió a su casa para contarles a sus papás lo importante que era aquella competición para él y cómo iba a esforzarse para participar en sus pruebas. No dejó de escuchar a Patito su mamá con cierta preocupación, puesto que se aproximaba el fin del curso y había mucho que estudiar. Pero como las ilusiones de Patito eran también ilusiones para sus padres, decidieron apoyarle y darle permiso para participar en aquellos juegos deportivos.
Desafortunadamente, tal era el empeño de Patito por participar en aquella competición, que fue dejando de lado y cada vez más el resto de sus tareas y materias escolares, lo cual era una verdadera lástima, porque Patito era un gran estudiante y con muy buenas notas. Sus padres y sus profesores estaban muy preocupados y con razón. De esta forma, los padres de Patito decidieron hablar con el muy en serio:
  • No queremos que dejes el deporte porque sabemos que te gusta mucho y que lo haces muy bien. Sin embargo, no puedes descuidar tus estudios porque son muy importantes para que seas un patito de provecho el día de mañana. El secreto está en organizar nuestro tiempo, para que podamos hacer todo lo que necesitemos y nos propongamos. – Dijo muy serio el papá de Patito.
  • Te prometo que estudiaré más, papá. – Respondió Patito con entusiasmo.
Pero pronto Patito se olvidó de nuevo de su promesa volviendo a las andadas y a su anterior actitud. Y fue entonces cuando sus padres y sus profesores decidieron ponerse algo más serios para que patito entrase de una vez en razón:
– Si no apruebas este curso, no podrás participar en los juegos deportivos. – Espetó mamá con tristeza.
¡Y funcionó! Tan grandes eran las ganas que Patito tenía de nadar en el lago, que comprendió la importancia de las recomendaciones de sus mayores. Poco a poco fue recuperando el tiempo perdido y administrando con paciencia y sabiduría el mismo, sacando en consecuencia el curso con buenas notas. Y lo mejor de todo, pudo participar en los juegos deportivos que festejaban el final de aquel curso y lo hizo de la mejor forma posible: ganando la carrera a nado en mariposa en el lago. Y es que dedicarle un poquito de tiempo a cada cosa y esforzarse con responsabilidad, tenía excelentes recompensas. Patito lo sabía muy bien… ¡había vivido unas auténticas olimpiadas!
olimpiadas

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